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A cada persona, Dios le ha concedido, en su bondad, el don de realizar cierta tarea. Así que si Dios te ha dado el don de profetizar, ejercítalo de acuerdo con la proporción de la fe que posees.

Si tienes el don de servir a los demás, sirve bien; si eres maestro, sé un buen maestro; si tienes el don de animar a otros, anímalos; si Dios te ha puesto para ayudar a los necesitados, hazlo generosamente; si Dios te ha concedido ser líder, dirige con mucha dedicación; y si tienes el don de mostrar compasión, hazlo con alegría.

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